Dolores Veintimilla de Galindo
Dolores Veintimilla de Galindo
nació en Quito, el 12 de julio de 1829 y murió en Cuenca, el 23 de mayo de 1857 hija de José Veintimilla y de Jerónima
Carrión y Antepara, lojanos acomodados
residentes en Quito estudios en el Colegio "Santa María del
socorro" fue una poetisa ecuatoriana.
A los 19 años de edad
contrajo matrimonio en Quito con el Dr. Sixto Antonio Galindo y Oroña, médico,
natural de Nueva Granada Dio a
luz a un hijo a quien llamó Santiago, siendo madrina Rosa Ascázubi,
primera mujer de García Moreno Poco después el Dr. Galindo viajó a Guayaquil
llamado por su concuñado el Coronel Sebastián Medina, casado con Josefina
Veintimilla, única hermana de Dolores; así pues, el matrimonio y su tierno niño
se establecieron en el puerto principal
En mayo de 1854 se
trasladó a Cuenca con su esposo e hijo, alquilando un departamento
en casa de Josefa Ordóñez
En
su corta vida fue creadora de inspirados poemas y trabajos literarios, el poema
que más se conoce es Quejas (poema). El
fracaso en su matrimonio con el médico colombiano Sixto Galindo. Así como su
pensamiento adelantado a la época, marcarían la personalidad y los trabajos
posteriores de Dolores, llevándola finalmente al suicidio.
Poco quedaba de su
poesía porque Dolores había quemado la mayor parte, se salvaron unos sonetos
casi de milagro y fueron recogidos por su amigo Antonio Marchán.
En 1.886 se editaron
cuatro de ellos en "La Lira Ecuatoriana" y su autor Vicente Emilio
Molestina los colocó detrás de los de Olmedo, porque generacionalmente Dolores
inauguró el romanticismo en el Ecuador, cerrando el neoclasismo. En 1.874
Federico Proaño publicó dos más en Guayaquil. "La Nueva Lira
Ecuatoriana" de Juan Abel Echeverría nos dio otros cuatro poemas. En 1.880
Amadeo Izquieta publicó en "La Palabra" la composición en prosa
titulada "Mi fantasía". En 1.908 Celiano Monge dio la más completa
versión de su producción y el escrito "Recuerdos".
Poema Quejas de Dolores Veintimilla de Galindo
¡Y amarle pude! Al sol de la existencia
se abría apenas soñadora el alma…
Perdió mi pobre corazón su calma
desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa;
subió a mi rostro el tinte de la rosa;
como l ahoja en el árbol vacilé.
Su imagen en el sueño me acosaba
siempre halagüeña, siempre enamorada;
mil veces sorprendiste, madre amada,
en mi boca un suspiro abrasador;
y era él quien lo arrancaba de mi pecho;
él, la fascinación de mis sentidos;
él, ideal de mis sueños más queridos;
él, mi primero, mi ferviente amor.
Sin él, para mí el campo placentero
en vez de flores me obsequiaba abrojos;
sin él eran sombríos a mis ojos
del sol los rayos en el mes de abril.
Vivía de su vida apasionada;
era el centro de mi alma el amor suyo;
era mi aspiración, era mi orgullo…
¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?
No es mío ya su amor, que a otra prefiere.
Sus caricias son frías como el hielo;
es mentira su fe, finge desvelo…
Mas no me engañará con su ficción…
¡Y amarle pude, delirante, loca!
¡No, mi altivez no sufre su maltrato!
Y si a olvidar no alcanzas al ingrato,
¡te arrancaré del pecho, corazón!